¿Qué significa la armadura de Dios y como debemos emplearla?
El concepto simbólico de la armadura de Dios, podemos apreciarlo en la última carta de Pablo a los Efesios, aquí nos invita a permanecer fieles a nuestro señor. En estas líneas, Pablo busca animar a las personas, nos exhorta a mantener una postura de fe. Como buenos cristianos, sabemos que se acerca una guerra espiritual bien intensa, donde debemos estar preparados para afrontarla.
Los ataques constantes enviados por Satanás, en algún momento, puede hacernos dudar de nuestra fe, inducirnos al pecado o incluso hacernos sentir que no somos portadores de la palabra del Señor. De aquí, nace la metáfora que representa la armadura de Dios. Si queremos conocerla más a fondo, debemos estudiarla y ponerla en práctica, veamos que nos dice la palabra sobre ello.
¿Qué es la armadura de Dios?
El concepto más exacto de la armadura de Dios se encuentra en Efesios 6:14-17. Se constituye de una arma y un vestido espiritual de luz (no es material), esta vestimenta nos brindará la protección que necesitamos para obtener la victoria en la batalla contra el maligno. Al colocarnos la armadura y haciendo buen uso de ella, podemos vencer las trampas y los obstáculos presentados hasta lograr el triunfo.
“Y ahora, hermanos, busquen su fuerza en el Señor, en su poder irresistible. Protéjanse con toda la armadura que Dios les ha dado, para que puedan estar firmes contra los engaños del diablo. Porque no estamos luchando contra poderes humanos, sino contra malignas fuerzas espirituales del cielo, las cuales tienen mando, autoridad y dominio sobre el mundo de tinieblas que nos rodea. Por eso, tomen toda la armadura que Dios les ha dado, para que puedan resistir en el día malo y, después de haberse preparado bien, mantenerse firmes” (Efesios 6:10-13).
Debemos entender que estamos en una lucha espiritual que se mantiene constante. Mantener nuestra fe es muy importante en estos momentos difíciles. Dios, nos ha enviado la armadura y las herramientas que debemos usar. Tu deber es conocerlas y emplearlas como un buen cristiano.
¿Cuál son las partes de la armadura de Dios?
“Estad, pues, firmes, ceñidos vuestros lomos con la verdad, y vestidos con la coraza de justicia, y calzados los pies con el apresto del evangelio de la paz. Sobre todo, tomad el escudo de la fe, con que podáis apagar todos los dardos de fuego del maligno. Y tomad el yelmo de la salvación, y la espada del Espíritu, que es la palabra de Dios” (Efesios 6:14-17)
La armadura de Dios es un elemento perfectamente diseñado que no tiene ningún detalle ni debilidad. Cada una de sus partes contiene un amplio valor que nos brinda la protección y el resguardo de nuestra fe. ¿Quieres conocer sobre las partes de esta armadura? Sigamos aprendiendo más de ella.
El cinto o cinturón de la verdad
En el versículo anterior, Pablo nos enseña, que decir y mantener la verdad será la primera defensa que tendremos como cristianos. Constantemente, recibiremos engaños y mentiras por parte del mal. Este buscará la manera de hacernos fallar, solo debemos mantenernos fieles a la verdad de ser hijos de Dios.
Recordemos siempre “Estad, pues, firmes, ceñidos vuestros lomos con la verdad” (Efesios 6:14-17). Llenemos nuestra mente y corazón con la verdadera palabra divina. Cultivemos una hermosa amistad con Dios y fortalezcamos nuestro espíritu con nuestras palabras y acciones.
La coraza de la justicia
Un soldado sin su coraza es vulnerable a cualquier ataque del enemigo. Por ser hijos de Dios, somos justificados en la fe de Cristo. Las batallas contra el pecado y las tentaciones no serán ganadas por nuestra justicia personal. La victoria la obtendremos recordando nuestra identidad y permanencia en Dios.
Tu coraza debes emplearla cuando el enemigo llega a ti con recuerdos pecaminosos de tu pasado. Con la ayuda de Dios podrás vencer estas barreras y actuarás como él quiere que lo hagas.
El calzado para la proclama del evangelio.
Una protección adecuada en nuestros pies, nos permite recorrer mayores distancias llevando nuestro mensaje. El mal siempre buscará la manera de lastimarnos, limitándonos a salir a predicar el evangelio y a evitar que el reino y el mensaje de Dios llegue a muchas más personas.
Si le dedicamos el tiempo suficiente a Jesús y dejamos que la paz y el amor que nos emana se adueñe de nuestro corazón, aprenderemos a pisar fuerte y ser voceros de sus enseñanzas.
Tomar el escudo de la fe.
Nuestra relación con Dios y el estudio de su palabra, harán que fortalezcamos más nuestra intimidad con él y nuestro escudo. En cambio, si no conoces la palabra, no practicas sus enseñanzas y no eres constante en tus oraciones, serás vulnerable a los ataques del maligno.
Si aspiras que tu escudo de la fe sea de mayor nivel y optimice tu protección, tu entendimiento en Dios y en la palabra debe crecer (Romanos 10:17)
Alimenta y ejercita constantemente tu fe. La lectura constante de la palabra llenará tu mente de conocimiento y eliminará todas esas dudas que pueden atravesarse en tu camino.
El yelmo o casco de la salvación
Con el casco de la salvación, resguardaremos nuestra mente. Esta es la zona más vulnerable de nuestro ser y el diablo lo sabe. Las tentaciones se mantendrán constante en nuestra cabeza, sembrándonos muchas dudas sobre nuestra salvación.
Por ser y aceptar ser hijos de Dios, nadie nos podrá arrebatar el amor hacia Cristo ni la salvación. Como buenos creyentes, debemos darle un buen uso a nuestro yelmo y vivir en confianza y obediencia. Él nos ama y estaremos a su lado por toda la eternidad.
La espada del espíritu
No solo contamos con mecanismos de defensa, la espada del espíritu se convertirá en nuestro principal ataque. Pero, ¿Cómo puedo hacer uso de la espada?, esta arma se simboliza en la palabra de Dios. Cuando declaramos su palabra, oramos y profetizamos, estamos haciendo frente a los ataques del enemigo.
Decir que conocemos la palabra de Dios, no debe limitarse al conocimiento intelectual, debe estar presente en nuestra mente y en el corazón. Si empleamos la palabra de forma efectiva, combatiremos todas las mentiras con la verdad de la biblia. Ten presente, que la verdad es vida.