¿Cuáles son los 7 dones del Espíritu Santo?
Hace miles de años, Jesucristo decidió entregar su vida para salvar a toda la humanidad y como si eso no fuera suficiente, nos dejó una parte de él cómo evidencia de que siempre estaría a nuestro lado; Hablamos del Espíritu Santo, la parte de la trinidad que hoy vive en nosotros como prueba de un Dios real.
Por otro lado, es imposible contar con una parte de Dios dentro de nosotros y que esta no sea reflejada en lo que hacemos, es por esto que el Espíritu santo brinda cualidades a quienes desean una vida plena en su presencia; estos regalos son llamados “dones” que aunque muchos nacen con dichas cualidades, no todos saben reconocerlas. A continuación te mostramos cuáles son los 7 dones del espíritu santo y como se hacen presentes en la biblia.
¿Qué son los dones del espíritu Santo?
Los dones del espíritu santo son cualidades que son entregados al creyente para que sobrelleve la vida terrenal con santidad. Estos dones son perpetuos y no perecen en quien cree, y son estos los que nos acercan a la rectitud y perfección de las virtudes del espíritu. Sin embargo, no todos los que nacen con estas virtudes, saben apreciarlos correctamente.
Estos regalos del espíritu santo están constituidos por 7 dones en concreto, que se reflejan en la palabra de Dios.
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El Don de la sabiduría
Este don constituye el entendimiento de todo aquello que es beneficioso para el plan de Dios. Este don aclara la perspectiva, la comprensión de las cosas y los caminos del pensamiento. Tal como lo dice Jesús en Mateo 10, del 19 al 20:
“Más cuando os entreguen, no os preocupéis de cómo o qué vais a hablar. Lo que tengáis que hablar se os comunicará en aquel momento. Porque no seréis vosotros los que hablaréis, sino el Espíritu de vuestro Padre el que hablará en vosotros”.
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El don del entendimiento
Este don esclarece la mente para que el verdadero significado de los mandados y la palabra de Dios sean aceptadas en nuestro corazón, y así adquirir el profundo conocimiento divino que nos comunica el espíritu. Tal lo dicen las escrituras:
“Les daré corazón para conocerme, pues yo soy Yahveh” (Jeremías 24, 7)
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El don de ciencia
Este consiste no en la ciencia que se basa en el método científico humano, sino en la ciencia de Dios. Es la que ayuda a darle el valor correcto a las cosas, siguiendo la esencia que tienen para aceptar la dependencia con el creador y nos revela el pensamiento de Dios sobre nosotros, puesto que:
“nadie conoce lo íntimo de Dios, sino el espíritu de Dios. (Corintios 2, 11)
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El don de consejo
Aquella cualidad propia del espíritu de saber decidir, discernir entre opciones y caminos, y el de escuchar o guiar, es el don con el cual el espíritu nos abre el entendimiento y la capacidad de distinguir entre lo correcto y lo malo, las verdades o las mentiras.
El espíritu santo le dio este don a Jesús, cuando este reposó sobre él, tal como se había predicho en Isaías 11: 3-4
“No juzgará por las apariencias, ni sentenciará de oídas. Juzgará con justicia a los débiles, y sentenciará con rectitud a los pobres de la tierra”.
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El Don de fortaleza
El don que nos hace valerosos y nos mantiene firmes ante las adversidades, la tempestad, las dudas y malas obras de los demás sobre nosotros; Hace fuerte a la fe que se tiene en el salvador y nos da la convicción y temple que requieren las decisiones. Aquellos que cuentan con este don no sufren de los perjuicios de las dificultades, pues hallan reposo en el espíritu y confían plenamente en él.
“No temas por lo que vas a sufrir: el Diablo va a meter a algunos de vosotros en la cárcel para que seáis tentados, y sufriréis una tribulación de diez días. Manténte fiel hasta la muerte y te daré la corona de la vida” (Apocalipsis 2, 10).
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El Don de la piedad
En este don es el Espíritu quien nos da la capacidad para actuar en la voluntad de Dios, de una forma misericordiosa, en semejanza a la de Jesús. Teniendo a Dios como fortaleza y guía de nuestras decisiones, además, al estar en completa comunión con este, el cuerpo siempre va a inclinarse a actuar de forma piadosa para con los otros.
En un pasaje de Corintios, cuando San Pablo escribió su primera carta para estos, dice: “En cuanto a los dones espirituales, no quiero, hermanos, que estéis en la ignorancia. Sabéis que cuando erais gentiles, os dejabais arrastrar ciegamente hacia los ídolos mudos. Por eso os hago saber que nadie, hablando con el Espíritu de Dios, puede decir: «¡Anatema es Jesús!»; y nadie puede decir: «¡Jesús es Señor!» si no con el Espíritu Santo” (Corintios, 12, 1 – 3).
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El don del temor a Dios
Al Dios, todopoderoso que nos concede mediante el espíritu santo estos dones, le debemos respeto a su bondad, su sabiduría y perdón en nosotros. Debemos aceptar a Dios como padre y reconocer que hay que seguir sus mandamientos y obrar en armonía con la voluntad y las órdenes de él, actuando en su agrado.
Por tal razón es que Jesús fue quien actuó en la voluntad del padre, porque Isaías lo profetizó: “Reposará sobre él el espíritu de Yahveh: espíritu de sabiduría e inteligencia, espíritu de consejo y fortaleza, espíritu de ciencia y temor de Yahveh” (Isaías 11, 2).
¿Cómo se manifiestan estos dones en nuestras vidas?
Tal como se dijo, estos dones son adquiridos por los creyentes que buscan la verdad y aceptan a Dios en sus vidas. Pese a que esto es en su primera parte un acto voluntario que el mismo creyente debe tomar, procurando la presencia del espíritu y la fe en el mismo. Estos dones se presentan como un obsequio que se manifiestan de forma natural en el que desea caminar en la voluntad de Dios y heredar su reino.
«Todos los que son guiados por el Espíritu de Dios son hijos de Dios […] Y, si hijos, también herederos; herederos de Dios y coherederos de Cristo»
(Romanos 8, 14 y 17).