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¿Cómo puedo vencer el pecado en mi vida cristiana?
La Biblia habla de ser “más que vencedores” sobre toda acción que vaya en contra de Dios. Pero ¿cómo vencer mi naturaleza pecaminosa? La Biblia dice en términos claros que nosotros, como cristianos, debemos vivir una vida vencedora en nuestra batalla contra el pecado, por medio de Jesucristo (Romanos 8:37), quien nos lleva siempre en triunfo (2 Corintios 2:14).
Sin embargo, aunque queremos vivir una vida que agrade a Dios, puede ser bastante desalentador encontrarnos con las reacciones que vienen de nuestra naturaleza pecaminosa a las situaciones de la vida diaria. Pensamos, hablamos y hacemos cosas que no están de acuerdo con la voluntad de Dios.
Pablo lo describe muy bien en Romanos 7:18-19: “Porque sé que en mí (es decir, en mi carne) nada bueno mora; porque la intensión está presente en mí, pero no encuentro cómo hacerlo”.
Puede parecer que este pecado inherente a mi carne es demasiado fuerte para resistirlo. Entonces, ¿cómo puedo vencer el pecado en mi vida cristiana?
6 Secretos divinos para vencer el pecado en nuestra vida cristiana
1. Pon tu mirada en Jesús
Jesús dice algo increíble en Apocalipsis 3:21: “Al que venciere, le daré que se siente conmigo en mi trono, como también yo vencí y me senté con mi Padre en su trono”.
Aquí Jesús está diciendo que nosotros también podemos vencer el pecado. Eso significa que, si seguimos los pasos del hijo de Dios y hacemos lo que él manda en su palabra, podremos someter nuestra carne y vencer.
Entonces, para descubrir cómo puedo vencer el pecado, necesito mirar a Jesús, mi precursor y gran ejemplo, ver cómo lo hizo y luchar negándome a mí mismo para ser como él.
2. Que no se haga nuestra voluntad, sino la de Dios
Cuando Jesús vino al mundo, declaró: “Dios, me has dado un cuerpo, y he venido para hacer tu voluntad” (Hebreos 10:5-7). De manera similar, cuando estaba enfrentando enormes pruebas al final de su vida, dijo (Lucas 22:42): “… no se haga mi voluntad, sino la tuya”.
“Mi voluntad” es una palabra que refleja el “pecado de la carne” que todos hemos heredado. Como hombre, Jesús también tenía esta voluntad propia, y fue tentado, pero su firme decisión desde el principio fue: “¡No se haga mi voluntad, sino la tuya!”
Para que yo venza como Él venció, necesito tomar esa misma decisión y apegarme fielmente a ella, sin importar lo que suceda o cómo me sienta.
3. Humillarme a mí mismo
(Filipenses 2:5-8) Para vencer, Jesús tuvo que humillarse. Tuvo que emprender una batalla contra el pecado y cumplir su promesa: “¡No se haga mi voluntad, sino la tuya!”
Jesús (el hijo de Dios), voluntariamente se hizo hombre por nosotros. Habrías pensado que este era el último acto de humildad, pero su sacrificio no tenía precedente. Se humilló hasta la muerte de cruz para vencer. Es decir, nuestra humildad debe ser como la mente de Jesús, y esa debe ser nuestra actitud como discípulos suyos.
4. Orar con vehemencia
Jesús realmente fue un hombre como nosotros. Dios no le dio ningún privilegio especial ni le facilitó el camino, porque entonces toda la obra de salvación se habría corrompido. (Hebreos 5:7-8)
Jesús peleó una batalla desesperada contra el pecado en su carne y necesitaba ayuda. Sus “clamores y lágrimas vehementes” se escuchaban porque eran genuinos, fruto de sólo querer servir a Dios.
Dios le enseñó la obediencia y le dio la fuerza y el valor que necesitaba para negarse a sí mismo, cada vez. ¿Qué tan desesperado estoy por obtener la victoria? ¿Cuán vehementes son mis clamores a Dios? ¿Qué tan dispuesto estoy a obedecer? ¿Quiero ser salvado de la muerte?
Para vencer como Jesús venció, necesitamos seguirlo en todo, también en cómo le pedimos ayuda a Dios. En nuestra situación, los deseos en nuestra carne y las presiones del exterior pueden surgir como una enorme montaña. La batalla puede parecer abrumadora. Pero ¡NO ESTAMOS SOLOS!
5. La Gracia de Dios en nuestras necesidades
Antes de dejar la tierra, Jesús prometió a sus discípulos enviarles al Espíritu Santo, el Consolador, que los guiaría a toda verdad. (Juan 14:16-17).
Si oramos pidiendo ayuda como lo hizo Jesús, con humildad, gran clamor y lágrimas, enfocados en obtener la victoria y ser salvos de la muerte, entonces obtendremos ayuda. El tiempo de necesidad es cuando somos tentados, cuando vemos y sentimos el pecado en nuestra carne, cuando luchamos por mantenernos puros.
Es entonces que, por la gracia de Dios, el Espíritu Santo vendrá y nos mostrará el camino a seguir. Y el camino es siempre: “¡Sufrir en la carne, como lo hizo Jesús!” Si soy humilde y estoy dispuesto a obedecer, Él me dará la fuerza y la determinación que necesito para resistir en mi batalla.
Él me dará luz y entendimiento para ver cuán atroz es el pecado y cuán grande es mi llamado celestial. Me dará la Palabra de Dios como guía, ayuda y arma. ¡Él me dará poder para vencer el pecado!
6. Usar la Palabra como arma
La Palabra de Dios es la verdad absoluta y un arma poderosa contra el engaño de Satanás y el pecado. Cuando Jesús fue tentado por el diablo, su respuesta siempre comenzaba con “¡Escrito está…!” (Mateo 4:1-11).
Pero Jesús no solo citó la Palabra de Dios; Tenía “AUTORIDAD” cuando la usaba, porque también vivía por ella. En Juan 1:14 leemos que “el Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros”. Es decir, Jesús podría ser descrito como la Palabra personificada. Toda su vida fue el cumplimiento de la Palabra de Dios y, por lo tanto, de la voluntad de Dios.
Cuando leemos la Biblia, nos llenamos de la sabiduría de Dios. Es el arma que Dios nos ha dado; palabras para usar contra el engaño de Satanás como lo hizo Jesús y que nos muestran qué hacer.
Al hacer lo que leemos en la Biblia, entonces estamos empuñando la espada del Espíritu, que es la Palabra de Dios. Expongo totalmente las mentiras de Satanás y vencemos todas las tendencias pecaminosas de nuestra carne. Vivir de acuerdo con la palabra de Dios nos hace “INVENCIBLES”.